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LA FIEBRE DE LAS MOTOS JALONA A LA INDUSTRIA DE LA MODA EN COLOMBIA

El boom de las motos en Colombia le abrió un panorama nuevo a los fabricantes, quienes observaron como alrededor de estos aparatos se crearon comunidades dispuestas a pagar por prendas con sus marcas estampadas.

La oportunidad de negocio todavía está en pleno crecimiento, teniendo en cuenta que en el país ruedan más de 10,3 millones de motocicletas y un número similar de propietarios; mismos que pueden entenderse como potenciales compradores de las indumentarias.

 

 

Ese nicho emergente no solo representa ganancias para los fabricantes, sino que también puede generar algo que los economistas llaman un círculo virtuoso, puesto que la industria de la moda nacional tiene lo necesario para elaborar las prendas con los estándares dictados por las casas matrices.

Apuesta por talento local

 

Incolmotos, la ensambladora de Yamaha en Colombia, fue uno de los fabricantes que accedió a dialogar con EL COLOMBIANO para contar cómo se ha expandido este segmento.

 

Según relató Diana García, encargada del área de colección y accesorios, la primera línea de prendas fue lanzada en 2012 y fue muy básica; estaba compuesta por camisetas y gorras, pero descubrieron que la afiliación de los clientes hacia la marca era tan fuerte que decidieron aumentar los esfuerzos comerciales en esta categoría.

 

“Si bien la moda no es el core de nuestro negocio, vemos un potencial muy grande ahí. Nos hemos aliado con proveedores antioqueños que son expertos y nos han ayudado a desarrollar los productos que hoy tenemos. No solamente les compramos, sino que estamos en toda la fase de desarrollo”, apuntó la ejecutiva.

 

La fortaleza de esta escudería en la capital antioqueña, desde su óptica, se ha visto reflejada en la Feria de las Dos Ruedas, en donde los visitantes agotaron con rapidez las existencias en la edición de este año y fue necesario surtir el estand en varias ocasiones.

 

Actualmente la demanda va creciendo, pero Diana García relató que hay un trabajo acumulado detrás de todo esto. En este sentido, resaltó que, en 2018, Incolmotos se arriesgó a crear su primera boutique a nivel país en el punto de venta de San Diego. Desde entonces, las ventas de estos accesorios crecieron un 75% y los distribuidores aliados se han ido antojando de tener sus propios mostradores.

“Ya manejamos entre cuatro y cinco colecciones al año. Tenemos unas que son limitadas y duran más o menos tres meses. Paralelamente, tenemos una colección de línea en donde tenemos los productos más clásicos que no son estacionales y pueden perdurar en el tiempo”, añadió.

 

 

En búsqueda de aliados

 

La ejecutiva detalló que en lo corrido de 2022, las ventas de la indumentaria van creciendo a un ritmo de 54% anual. Razón por la que ya sus cuatro aliados textileros no son suficientes para atender la demanda y andan en búsqueda de nuevos socios en la región.

Pero no solo Incolmotos cree en la calidad de la industria local, Tomás Bernal, coordinador comercial de Royal Enfield, subrayó que esta marca también quiere convencer a la casa matriz de autorizar la manufactura de accesorios en Colombia. De hecho, mencionó que este mes se abre un concurso en el que se premiarán los mejores diseños gráficos elaborados por los participantes. Y el trabajo que resulte ganador, será estampado es las prendas de la marca.

 

Actualmente, según explicó Bernal, la indumentaria se produce en Asia y es importada hasta el territorio colombiano. Sin embargo, cree que este concurso puede ser un primer paso para evidenciar la calidad creativa que hay en el país y, con base en ello, tratar de abrirles las puertas a los textileros nacionales.

 

En el caso de esta marca, las ventas de ropa y accesorios crecieron un 60% el año pasado en el país. Y para 2022, según el ejecutivo, la meta es sostener esa tasa de expansión, o por lo menos que no sea inferior al 40%.

 

Coincide en que este es un negocio que todavía está en proceso de maduración, pero desde su óptica, todas las marcas fabricantes han detectado la oportunidad, por eso casi todas las casas fabricantes ya ofrecen prendas que identifiquen a sus clientes y los precios varían dependiendo de cada cual. En el caso de Royal Enfield, él hizo notar que se ha posicionado entre las cuatro primeras marcas de cilindraje medio y las prendas que ofrecen son acordes con su categoría.

“Nosotros somos de esas marcas que se preocupan por generar experiencias luego de vender las motos. Entonces, organizamos parrilladas, campamentos y rodadas colectivas (ver módulo). Por eso hay personas que quieren reflejar esa afición por las motos a través de la ropa y los accesorios”, comentó Bernal.

 

 

De otro lado, subrayó que las prendas están pensadas para el público en general, no es necesario ser un motero consagrado para vestirse con ellas. Es decir, el espectro del negocio es mucho más amplio y cree que, a esa torta que representa el mercado, Royal Enfield todavía puede “morder” un trozo más grande.

La deuda

 

Miguel Montoya, encargado del área de accesorios de Alpinestar (marca especializada en indumentarias de protección personal), también cree que Colombia es una plaza fuerte y con todo el potencial para seguir explotando este nicho de las prendas.

 

De hecho, esa es la razón por la que esta marca italiana fue traída a las vitrinas nacionales.

 

Al preguntarle si manufacturan algunas prendas en Colombia, aclaró que por tratarse de un producto con una tecnología muy avanzada, la industria nacional todavía no está preparada para este tipo de trabajo.

 

“Ya hay algunas empresas que ofrecen ciertos accesorios de protección al motociclista, pero importan las partes y las ensamblan aquí”, comentó el ejecutivo.

 

En lo que sí están de acuerdo todos los voceros consultados para este trabajo es en que el mercado de la indumentaria no ha tocado su techo y, en medio de la carrera por el dominio en las ventas, los textileros locales pueden beneficiarse en el mediano y largo plazo: aumentar la demanda implicaría aumentar la mano de obra y los empleos.

 

Fuente: El Colombiano.