Mall & Retail continúa en esta edición con su nueva línea de contenidos orientada a profundizar en las mejores prácticas de gobierno corporativo, con el propósito de ofrecer información de valor que contribuya a la toma de decisiones más informadas y efectivas por parte de los miembros de juntas directivas y consejos de administración.

En esta oportunidad, abordamos un tema crucial para el sector retail: cuándo y por qué las empresas deben implementar prácticas de gobierno corporativo. A partir de los recientes casos de Arturo Calle y Don Jediondo, se evidencian las consecuencias opuestas de anticipar o postergar la institucionalización de la gestión.
El experto en gobierno corporativo y gestión patrimonial Diego Parra Herrera suele repetir una frase que se ha vuelto casi un axioma para los empresarios: “nadie quiebra por exceso de gobierno, pero muchos sí por su ausencia”. Y en el sector retail colombiano, donde la velocidad de expansión y la informalidad en la toma de decisiones suelen ir de la mano, esa afirmación cobra una relevancia particular.
Dos casos recientes lo evidencian con nitidez. Por un lado, Arturo Calle, una empresa admirada y referente de institucionalidad, atraviesa un proceso de sucesión y profesionalización que exige una gobernanza madura para sostener su legado. Por otro, Don Jediondo Sopitas y Parrilla, que creció de forma vertiginosa, pero sin estructuras sólidas de control, terminó en liquidación judicial en 2025.
Ambos ejemplos marcan el contraste entre anticipar los cambios y reaccionar cuando ya es tarde, y dejan claro que en el retail el buen gobierno no es una opción decorativa, sino un requisito de sostenibilidad.
El momento para implementar gobierno corporativo no se mide en número de tiendas ni en ingresos anuales, sino en el punto exacto en que la complejidad del negocio supera la intuición del fundador. Toda empresa atraviesa etapas naturales: nace con el impulso emprendedor, crece con entusiasmo y, si tiene éxito, se enfrenta tarde o temprano a la necesidad de institucionalizar su gestión.
Es en esa transición donde el gobierno corporativo debe entrar en escena. Cuando la dirección ya no puede concentrarse en una sola persona, cuando las decisiones operativas comienzan a interferir con las estratégicas, y cuando el negocio depende de equipos, capital y aliados externos, la gobernanza se convierte en la herramienta que organiza el poder, distribuye responsabilidades y garantiza continuidad.
En el caso del retail, los detonantes suelen ser claros. El primero es la expansión acelerada. La apertura de nuevos puntos de venta, la diversificación de líneas de producto y el ingreso a plataformas digitales generan complejidad operativa y financiera. Sin un consejo o junta que supervise y mida riesgos, la empresa corre el peligro de perder control de su crecimiento.
En muchas cadenas familiares, el fundador mantiene decisiones centralizadas incluso cuando ya existen decenas de tiendas y cientos de empleados. Ese modelo, funcional en los inicios, se vuelve insostenible a medida que el negocio se profesionaliza. El gobierno corporativo llega precisamente para separar la emoción del criterio, el impulso de la estrategia y el poder de la rendición de cuentas.
El segundo detonante es la búsqueda de financiamiento o alianzas. Los fondos de inversión, franquiciados y bancos ya no se fijan solo en ventas o rentabilidad, sino en cómo se gobierna la empresa. La existencia de órganos independientes, políticas de riesgo, transparencia contable y procesos de decisión colegiados son señales de confianza.

Una compañía puede tener un producto exitoso y un flujo de caja saludable, pero si no tiene estructura institucional, su valor de mercado disminuye. En otras palabras, el gobierno corporativo no solo protege el negocio: también lo capitaliza.
El tercer momento llega con la sucesión generacional o el relevo de liderazgo. En el retail familiar, la transición entre generaciones es inevitable y, en muchos casos, traumática. Sin protocolos claros, los conflictos patrimoniales o estratégicos terminan afectando el desempeño.
Empresas como Arturo Calle han entendido que la continuidad no depende de un apellido, sino de la capacidad de institucionalizar la dirección. Cuando el liderazgo pasa de una figura fundadora a un equipo profesional, las decisiones ya no deben ser “del fundador”, sino “de la organización”. La gobernanza ofrece justamente ese marco de legitimidad y coherencia que permite evolucionar sin perder identidad.

El cuarto escenario aparece en tiempos de crisis o transformación sectorial. La pandemia, el auge del comercio electrónico, la competencia global y los nuevos hábitos de consumo demostraron que las juntas directivas con visión anticipada pudieron adaptarse con mayor rapidez. El gobierno corporativo no evita las crisis, pero sí crea mecanismos para anticiparlas y gestionarlas.
Don Jediondo fue víctima del efecto contrario: decisiones concentradas, ausencia de control financiero y falta de alertas tempranas llevaron a una liquidación que pudo haberse evitado. La lección es clara: el gobierno corporativo no es un seguro contra la adversidad, pero sí un radar que detecta el riesgo antes de que sea inminente.
Implementar gobierno corporativo en una empresa de retail no es llenar sillas ni producir manuales. Es un cambio de cultura. Implica aceptar la supervisión, abrir espacio a consejeros externos, formalizar procesos de decisión, definir políticas de transparencia y asumir la rendición de cuentas como un principio, no como una obligación.
Para Leopoldo Vargas Brand CEO de Mall & Retail “Las juntas efectivas son aquellas que cuestionan, debaten y piensan en el largo plazo. Y aunque la palabra “gobernanza” aún suene ajena a muchos emprendedores, en realidad significa algo simple: organizar el poder para que el negocio no dependa solo de una persona, sino de una estructura capaz de perdurar”.
“Las empresas del retail que entiendan este principio estarán mejor preparadas para crecer con solidez, atraer capital, profesionalizar equipos y enfrentar la volatilidad del mercado. Las que no lo hagan a tiempo, seguirán dependiendo del instinto, del carisma o del azar. Y en un entorno tan competitivo, eso equivale a dejar la supervivencia en manos de la suerte. En el retail, el mejor momento para implementar gobierno corporativo no es cuando llega la crisis, sino justo antes de que empiece a asomarse.” Señalo Vargas Brand.
Fuente: Mall & Retail.