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En un entorno empresarial cada vez más exigente, el gobierno corporativo se consolida como un pilar fundamental para la competitividad, la transparencia y la sostenibilidad de las organizaciones. Contar con estructuras sólidas que promuevan la rendición de cuentas, fortalezcan la confianza de los propietarios, inversionistas y clientes, y garanticen la creación de valor a largo plazo, se ha convertido en una prioridad estratégica.

Conscientes de ello, Mall & Retail inicia con esta edición una nueva línea de contenidos orientada a profundizar en las mejores prácticas de gobierno corporativo, con el propósito de ofrecer información de valor que contribuya a la toma de decisiones más informadas y efectivas por parte de los miembros de juntas directivas y consejos de administración. A continuación, un resumen de un reciente artículo de Harvard Business Review sobre este particular.
Estamos viviendo una revolución silenciosa en el corazón de las empresas: la transformación de las juntas directivas en verdaderas estructuras de inteligencia artificial. Lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción hoy empieza a materializarse. Según una encuesta global citada por Harvard Business Review, el 94 % de los directores ejecutivos cree que la IA podría ofrecer mejores consejos que al menos uno de los miembros de su junta. Y el caso más emblemático ocurrió en octubre de 2025, cuando el fondo soberano de Kazajistán nombró oficialmente a un sistema de IA —SKAI— como miembro con derecho a voto de su consejo de administración. Una señal clara de que el gobierno corporativo entra en una nueva era.
Durante décadas, las juntas directivas han sido los espacios de mayor responsabilidad estratégica dentro de una empresa, pero también los más tradicionales. Integradas por ejecutivos con tiempo limitado y agendas saturadas, se reúnen pocas veces al año y con frecuencia operan con información incompleta o fragmentada.
En un entorno empresarial cada vez más complejo, esta estructura humana empieza a mostrar sus límites frente a la velocidad de los datos, la interconexión global y la presión por la toma de decisiones inmediatas. Frente a ello, los grandes modelos de lenguaje —como los que sustentan la IA generativa— surgen como aliados capaces de procesar millones de variables en segundos, detectar patrones y ofrecer argumentos fundamentados sin los sesgos ni las distracciones humanas.
Para probar hasta qué punto una junta directiva artificial puede ser eficaz, investigadores del Instituto Mack de Wharton y del Centro de Gobierno Corporativo de INSEAD realizaron un experimento inédito. Simularon seis consejos de administración humanos que debían resolver un mismo caso de negocio y los compararon con una junta conformada enteramente por agentes de inteligencia artificial. Mientras los grupos humanos deliberaban durante dos horas, la junta de IA procesó toda la información instantáneamente, distribuyó los turnos de palabra con base en relevancia semántica y siguió protocolos reales de gobernanza corporativa.
Cada intervención fue evaluada por expertos en derecho y gobierno según ocho criterios, que incluían la calidad de las decisiones, el uso de evidencia, la inclusión, la viabilidad y la planificación de la implementación.
El resultado fue contundente. La junta artificial superó a los grupos humanos en casi todos los indicadores: tomó decisiones más estructuradas, fundamentadas y viables, con estrategias claras y planes de acción concretos.
Mientras los equipos humanos tendían a divagar o estancarse, el consejo de IA logró sintetizar información, contrastar datos en tiempo real y articular rutas de acción detalladas. Su desempeño destacó en especial por la disciplina metodológica y la capacidad de integrar pruebas cuantitativas y cualitativas en cada decisión. Los evaluadores describieron sus deliberaciones como ordenadas, basadas en hechos y con un alto nivel de coherencia argumentativa.

No obstante, los resultados también revelaron el talón de Aquiles de la inteligencia artificial: la falta de empatía, espontaneidad y sentido relacional. Los bots no pudieron replicar la dinámica emocional que suele fortalecer la confianza y la cohesión en las juntas humanas. Carecían de gestos de apoyo, intuiciones o sensibilidad cultural, elementos que, aunque no figuran en las métricas, suelen ser decisivos en el liderazgo corporativo.
El hallazgo sugiere que los consejos de IA no están destinados a reemplazar a las personas, sino a complementarlas, actuando como simuladores de debate, detectores de puntos ciegos y asistentes estratégicos de alto nivel.
El experimento también dejó aprendizajes valiosos para los directores humanos. Primero, la importancia de la disciplina estructural: los sistemas de IA demostraron que seguir secuencias lógicas —hechos, opciones, ventajas y decisiones— mejora la productividad del debate.

Segundo, la inclusión en el diálogo: mientras las juntas humanas tienden a ser dominadas por unas pocas voces, la IA garantizó la participación equilibrada de todos los agentes, recordando a los líderes la relevancia de promover conversaciones más horizontales.
Y tercero, la comodidad ante la incertidumbre: los bots abordaron temas técnicos con marcos conceptuales y preguntas guía, evitando el bloqueo que suelen mostrar los humanos frente a la complejidad.
Más allá de lo técnico, el mensaje de fondo es claro: las juntas directivas que integren la inteligencia artificial no solo mejorarán la calidad de sus decisiones, sino también su capacidad de anticiparse a los riesgos y de responder con agilidad a los cambios del entorno.
Según la misma encuesta, el 74 % de los CEO teme perder su cargo si no demuestra avances en IA, y dos tercios aseguran que sus juntas ya exigen resultados concretos en productividad derivada de esta tecnología.
El cambio no será inmediato ni exento de dilemas éticos, pero su dirección parece inevitable. Los consejos corporativos del futuro serán híbridos: humanos que piensan estratégicamente junto a sistemas que procesan sin descanso. Una gobernanza donde la experiencia, la intuición y la empatía humanas se combinarán con la precisión analítica, la memoria infinita y la neutralidad de los algoritmos. En definitiva, el modelo de la “junta inteligente” dejará de ser una hipótesis para convertirse en el nuevo estándar de la alta dirección.
Fuente: Mall & Retail