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Continuando con su visita al viejo continente Mall & Retail analiza una de las ciudades donde nació la moda de lujo en Europa.

Caminar por Florencia, capital de la región de Toscana en Italia, es recorrer la historia de la moda de lujo. Cada calle, cada vitrina y cada taller esconden siglos de creatividad, disciplina artesanal y visión empresarial. En esta ciudad, donde el arte renacentista transformó al mundo, también germinó una de las industrias más poderosas del siglo XX: la moda de lujo.
Desde sus puentes sobre el río Arno hasta los palacios de la Via Tornabuoni, Florencia se consolidó como el punto de partida de marcas icónicas que definieron el estilo contemporáneo. El retail mundial tiene en esta ciudad un símbolo de cómo la identidad cultural y la visión comercial pueden entrelazarse hasta generar valor duradero.
Gucci: el mito del equipaje que conquistó el mundo.
En 1921, Guccio Gucci abrió una pequeña tienda de artículos de viaje en Florencia, inspirada en los hoteles londinenses donde había trabajado.
Aquella boutique, que ofrecía baúles y maletas para la alta sociedad italiana, evolucionó en un emporio global. El secreto de su éxito fue la combinación de la destreza artesanal toscana con la aspiración cosmopolita. Cuando la Segunda Guerra Mundial limitó la importación de materiales, Gucci innovó con el uso del lino y el bambú, un gesto que hoy define su identidad estética. Florencia fue el escenario donde el lujo se reinventó frente a la adversidad.
Salvatore Ferragamo: la arquitectura del calzado.
Si Gucci dio forma al deseo de viajar con estilo, Ferragamo convirtió el caminar en arte. Salvatore Ferragamo fundó su taller en Florencia en 1927, tras trabajar en Hollywood, donde diseñó zapatos para estrellas del cine. Su obsesión por la anatomía del pie lo llevó a desarrollar hormas científicas, materiales experimentales y una técnica de confort que revolucionó el calzado. Desde su taller en el Palazzo Spini Feroni, Ferragamo estableció los principios del diseño ergonómico en la moda. La marca no solo representa lujo: encarna la unión entre ciencia y estética, una filosofía que aún inspira al retail contemporáneo.
Roberto Cavalli: la sensualidad del estampado.
La Florencia de los años sesenta fue también el laboratorio de un espíritu más libre. En 1970, Roberto Cavalli, artista de formación, introdujo un método innovador para estampar cuero, dando origen a una nueva forma de expresión en la moda. Su estilo exuberante, lleno de color y sensualidad, rompió con la rigidez del lujo clásico. Cavalli entendió que el retail debía ser espectáculo: sus tiendas se convirtieron en escenarios donde cada prenda contaba una historia de audacia. La marca, nacida en un pequeño taller florentino, transformó la moda italiana en un símbolo de hedonismo y libertad.
Emilio Pucci: el aristócrata del color
Emilio Pucci, marqués florentino, fue un pionero en entender la moda como extensión de la vida moderna.

En la posguerra, creó vestidos y blusas de seda con estampados geométricos inspirados en el arte renacentista y el paisaje toscano. Su boutique en la Via de’ Tornabuoni atrajo a la jet set internacional. Más que un diseñador, Pucci fue un embajador de la elegancia italiana. Sus colores vibrantes y su visión cosmopolita anticiparon la moda prêt-à-porter, acercando el lujo a un público más amplio sin perder exclusividad. En el lenguaje actual del retail, Pucci fue precursor de la “democratización aspiracional” del lujo.
Ermanno Scervino: la contemporaneidad del saber hacer
Aunque de generación más reciente, Ermanno Scervino mantiene viva la tradición artesanal florentina. Fundada en el año 2000, su casa de moda combina la sastrería italiana con materiales tecnológicos y líneas arquitectónicas. Scervino representa la continuidad del legado florentino: talleres locales, producción responsable y un equilibrio entre la elegancia clásica y la modernidad urbana. Su éxito confirma que Florencia no es un museo del lujo, sino una ciudad que sigue creando futuro para el retail global.

Por qué Florencia sigue siendo el epicentro del lujo
Más allá de las marcas, la fortaleza de Florencia reside en su ecosistema. La ciudad alberga una red de artesanos, curtidores y orfebres que mantienen vivo el saber hacer toscano. Su escala humana facilita la colaboración entre diseñadores y talleres, mientras su patrimonio histórico otorga prestigio y autenticidad. Además, ferias como Pitti Uomo y Pitti Immagine continúan posicionándola como punto de encuentro de la moda internacional. En Florencia, la tradición convive con la innovación: un modelo que el retail mundial observa como referencia de resiliencia, identidad y diferenciación.
En Florencia hay un distrito de lujo llamado Via Tornabuoni, donde en sus calles y alrededores se ubican varias casas que refuerzan el atractivo comercial y simbólico del sector. Allí adicional a las mencionadas, se encuentran boutiques de Prada, Ermenegildo Zegna, Hermes, Fendi, Cartier, entre muchas otras.
Estas marcas deciden establecer sus boutiques o flagships en la Via Tornabuoni por varias razones clave: el prestigio de la ciudad como centro cultural europeo, la visibilidad que ofrece un entorno histórico-monumental y la sinergia con el turismo de lujo. El hecho de que Florencia sea la capital toscana aporta también respaldo institucional y logístico.
Para el retail de lujo, instalarse en la Via Tornabuoni significa no solo vender productos de alto valor, sino también participar de una narrativa de herencia, arte y exclusividad. La calle se convierte en un escenario donde la marca no solo expone sus colecciones, sino que se inserta en una experiencia de lujo completa: entorno, arquitectura, artesanía e historia.
Fuente: Mall & Retail.