id de noticia 3121 Grupo DLK, transformó la zona 85 en el epicentro gastronómico de Bogotá

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GRUPO DLK, TRANSFORMó LA ZONA 85 EN EL EPICENTRO GASTRONóMICO DE BOGOTá

El panorama gastronómico colombiano ha vivido en las últimas décadas una profunda transformación, impulsada por empresarios que han sabido combinar visión, disciplina y pasión por el buen gusto. Uno de los nombres que más se destaca en este proceso es el Grupo DLK propietario de los restaurantes líderes como Di Lucca, La Brasserie, Casa, Primi, Gitane, Gamberro, Semolina, Patria, Cosette y Agadón.

Cuentan con más de 26 restaurantes, principalmente en Bogotá y Cartagena, y un equipo de más de 860 trabajadores, que garantizan la experiencia brindada para que cada mes, reciban más de 80.000 visitas y atendiendo más de 20.000 domicilios.

Según el Mapa Nacional del Retail realizado por Mall & Retail, sel Grupo DLK se posicionó como el undécimo grupo de restaurantes más importante del país, con ingresos en 2024 por $162.199 millones y un crecimiento del 12,6% frente al año anterior. 

 

Su historia, sin embargo, trasciende las cifras: es el testimonio de cómo una tragedia familiar se convirtió en la semilla de un legado empresarial que ha marcado el rumbo de la gastronomía en Colombia.

 

La historia de DLK se entrelaza con la de los Escobar, una familia de empresarios con una trayectoria destacada en el ámbito industrial y financiero del siglo XX. Nicolás Escobar Soto, patriarca del clan, fue un reconocido ejecutivo que presidió la Texas Petroleum Company y ocupó la presidencia de la junta directiva del Banco de Colombia. En su tiempo, también fue clave en la fundación de Puerto Boyacá, al identificar la zona como estratégica para las exploraciones petroleras. 

Sin embargo, su vida y la de su familia cambiaron drásticamente en 1978, cuando fue secuestrado por el M-19 y, un año más tarde, asesinado durante un intento de rescate, un episodio que estremeció al país y marcó a toda una generación.

 

Aquel hecho doloroso no detuvo la vocación empresarial de la familia. Su hijo, Jaime Escobar, heredó el espíritu visionario de su padre y decidió canalizarlo hacia un campo completamente distinto: la gastronomía. Tras estudiar en la Escuela de Negocios Herbert de la Universidad de Miami, donde se graduó en administración de empresas, Escobar regresó al país con una convicción clara: crear un proyecto que combinara excelencia, servicio y un profundo amor por el detalle. En 1988 fundó el Grupo DLK Restaurantes, iniciando una historia que redefiniría la experiencia culinaria de Bogotá.

 

El primer paso fue la apertura de Di Lucca, un restaurante de cocina italiana ubicado en la calle 85, zona que posteriormente se convertiría en el corazón del emporio gastronómico DLK. La idea surgió de la alianza entre Jaime Escobar y Luis Carlos Piñeiro, un empresario reservado, pero con amplia experiencia en el sector. Ambos apostaron por un espacio donde la calidad de los ingredientes, el ambiente sofisticado y la atención personalizada fueran la esencia. Di Lucca no tardó en convertirse en punto de referencia para ejecutivos, diplomáticos y amantes del buen comer, marcando un antes y un después en la oferta de cocina italiana en Bogotá.

El éxito de este primer restaurante fue el punto de partida para la expansión del grupo. Durante los años noventa y los primeros dos mil, DLK consolidó un portafolio diverso y de alto nivel. Surgieron marcas como Primi, Agadón, Patria, Casa y La Brasserie, cada una con un concepto gastronómico propio. Si bien la cocina italiana fue el sello original, el grupo entendió la importancia de diversificar. 

 

Así, Patria se convirtió en un homenaje a la gastronomía latinoamericana, mientras que Agadón apostó por un menú americano más casual, con hamburguesas, sándwiches y malteadas que conquistaron a un público joven y urbano.

 

Con el paso de los años, la calle 85 y sus alrededores comenzaron a ser conocidos popularmente como la “Zona DLK”, un distrito gastronómico que integraba tradición, innovación y exclusividad. En 2010, el grupo dio un paso más hacia la consolidación de su ecosistema empresarial con la creación de DLK Importaciones, una compañía especializada en la comercialización de vinos, licores y mixers premium.

Este brazo de negocio fortaleció la operación de sus restaurantes y amplió su influencia en el mercado de bebidas de lujo. Hoy, el catálogo de DLK Importaciones incluye una amplia gama de vodkas, ginebras, rones, tequilas y vinos de distintas regiones del mundo.

 

La expansión del grupo no se detuvo en la alta cocina. Con una visión estratégica de democratizar su propuesta, Jaime Escobar y Luis Piñeiro lanzaron Semolina, un formato de cocina italiana en versión casual, con precios más accesibles y presencia en centros comerciales como Gran Estación, Parque La Colina y Multiplaza. El modelo fue exitoso: el equilibrio entre calidad, ambiente y conveniencia permitió a DLK ampliar su audiencia sin perder su sello distintivo.

Otros proyectos como Gamberro, enfocado en productos del mar, y Cosette Café & Bistró, con un estilo que combina panadería artesanal y parrilla, consolidaron aún más la oferta de experiencias del grupo. Con estas nuevas marcas, DLK trascendió su zona de origen para llegar a sectores como Salitre, Usaquén, Chía y Cartagena, convirtiéndose en sinónimo de calidad, servicio y coherencia gastronómica.

 

Hoy, más de tres décadas después de su fundación, DLK Restaurantes cuenta con 26 establecimientos activos, consolidándose como un referente de la industria gastronómica nacional. Aunque su tamaño no alcanza el de grandes cadenas como Frisby o KFC, su posicionamiento en el segmento premium lo ubica dentro del top 11 de las empresas más relevantes del país en el sector de restaurantes, según el Mapa Nacional del Retail. Su fortaleza radica en la diversificación de conceptos y en una gestión que equilibra el arte culinario con una estructura empresarial sólida y profesional.

Las cifras hablan de éxito, pero detrás de ellas hay una historia de resiliencia. Jaime Escobar convirtió el legado de su padre, Nicolás Escobar Soto, en una fuente de inspiración para construir un grupo que honra la excelencia, la memoria y el trabajo disciplinado. En cada restaurante del grupo —desde la sofisticación de La Brasserie hasta la calidez cotidiana de Semolina— se percibe ese equilibrio entre tradición y modernidad que caracteriza a los grandes proyectos familiares.

 

Para Leopoldo Vargas Brand CEO de Mall & Retail “El Grupo DLK no solo ha transformado el sector gastronómico de Bogotá, sino que ha demostrado que la perseverancia puede convertir la adversidad en oportunidad. Hoy es una marca respetada dentro y fuera del país, símbolo de que la gastronomía también puede ser una forma de legado, identidad y liderazgo empresarial. DLK sigue escribiendo una historia que combina memoria, pasión y excelencia, confirmando que detrás de cada mesa servida hay una visión de país y un homenaje a la vida.”

 

Fuente: Mall & Retail.

 

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