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LAS EMPRESAS NO SON ACORDEONES

Cuando los comerciantes tenían previsto que el mes de diciembre seria en definitiva el principio del fin para comenzar su proceso de recuperación,  nos encontramos con un nuevo confinamiento en tres de las principales localidades de Bogotá, la cual estuvo precedida a partir del 21 de diciembre de pico y cedula y restricciones en las visitas a los centros comerciales.

Una de las grandes enseñanzas del manejo que la alcaldesa Claudia López le dio a la pandemia, es que no obstante el tener una de las cuarentenas más largas del mundo, tuvimos unas tasas de mortalidad parecidas a países que no fueron tan estrictos y que han podido lograr un impacto mucho menor en el aumento del desempleo y el crecimiento del PIB. “No por mucho madrugar amanece más temprano”. Ese falso dilema adoptado por la administración distrital,  que supone que las medidas sanitarias están por encima de las medidas económicas, está llevando a Bogotá a tener los mayores índices de contracción económica del país.

Sin duda el modelo económico, que promulga la actual administración de gobernar para las encuestas y los titulares de prensa, con afirmaciones como “Hay más contagios en los centros comerciales de norte de la ciudad, que en San Victorino”  está llevando a la ciudad a situación caótica de su tejido empresarial, desconociendo un principio universal, el cual es que la obligación de los gobernantes es salvar vidas de las personas naturales, pero también las de las personas jurídicas, siendo estas últimas las que generan riqueza que permite a las ciudades en recoger tributos, pagar la pesada carga burocrática y emprender subsidios a las clases menos favorecidas, argumentos que permanente aclaman los regímenes como el que Claudia representa.

La improvisación en la aplicación de políticas públicas de los mandatarios les traerá muchas dificultades a los empresarios en su proceso de reactivación. Es evidente que existe una ausencia en la  comprensión integral del funcionamiento de las empresas. Los comercios no son acordeones que se abren y cierran a medidas del ritmo de las necesidades de los alcaldes. La vida empresarial parte del supuesto de mantenerse vigente en el tiempo sin interrupciones, lo cual permite tener contratos a término indefinido para sus colaboradores, suscribir contratos de arriendo de mediano y largo plazo que permita amortizar las millonarias inversiones en sus planes de expansión, comprometerse en negociaciones con proveedores de  compras de materia prima, insumos y producto terminado anticipadamente,  para  lo  cual  bajar  las

persianas de los establecimientos de manera intempestiva por decisiones gubernamentales  perjudica enormemente a los retailers, que de igual forma no pueden dejar de cumplir con sus obligaciones derivadas de su funcionamiento operativo. Todo esto significa una afectación sistemática que va en contra de la recuperación empresarial. 

Fuentes de la Cámara de Comercio de Bogotá determinaron que en la ciudad desparecieron cerca del 12% de las empresas, equivalentes a 50 mil unidades productivas  dejando una cifra de desempleo de  aproximadamente 870.000 personas que tan solo se podrán reenganchar   mediante el fortalecimiento de la actividad empresarial y de volver la reactivación económica empresarial una política de estado que no esté a los vaivenes de las administraciones locales.  Otras dos semanas de aislamiento ocasionará más frustración y desempleo.

Bogotá tiene uno de los peores indicadores tanto en la disminución del PIB como de desempleo, lo cual demuestra como las medidas impuestas para Bogota han tenido un efecto contario en la reactivación económica. Lo normal por su participación del PIB que bordea el 26% del país, es que la capital debería estar jalando la recuperación, concentrándose de manera prioritaria en proteger  la supervivencia de la empresas, para que continúen generando empleo de calidad, paguen impuestos,  y contribuyan a la seguridad social de sus trabajadores, para lo cual se requiere que la administración distrital no se convierta en el problema sino en el aliado en el proceso de reactivación.

Los comerciantes que es un sector formal de la economía, en estos 10 meses se han apegado al cumplimiento de las normas vigentes, con inversiones en costosos protocolos de bioseguridad y han estado atentos a trabajar con las autoridades en campañas de promoción, sienten que se le mide con distinto “rasero” frente al comercio informal que florece a lo largo y nacho del ciudad sin que se genere ninguna preocupación por parte de las autoridades que por un afán populista se hace el de la vista gorda y está viendo “La calentura en las cobijas”,  apretando cada días más al comercio organizado.

Estudios serios realizados por el sector, indican que el incremento de los contagios no se presentaban en los centros comerciales y tiendas por departamento sino en las actividades familiares y sociales donde las personas son muy lazas en la aplicación de protocolos derivado de una falta de cultura ciudadana.

Finalmente hay que decir, que algunos empresarios se quejan de la falta de apoyo por parte de los dos gremios que son los llamados a representarlos, se quejan de no haber ejercido un liderazgo efectivo que defienda sus intereses y que permita ejercer el cabildeo necesario para que las autoridades escuchen sus requerimientos.

En épocas de crisis se requiere de unos comerciantes unidos que trabajen de manera mancomunada en defender sus intereses, aspectos que en este 2021 se debe convertir en una prioridad.

Fuente: Leopoldo Vargas Brand- Gerente Mall & Retail.