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LA GUERRA JURíDICA QUE VIVE EL CENTRO COMERCIAL PRIMAVERA URBANA EN VILLAVICENCIO.


No todo lo que brilla es oro, reza el adagio popular, y el centro comercial Primavera Urbana, en Villavicencio, sería prueba de ello. Se trata de un megaproyecto con 175 locales, que albergan tiendas prestigiosas en el ámbito nacional, tres almacenes ancla y hasta un centro empresarial. Sin embargo, detrás de esta mole comercial, hay una verdadera guerra judicial que se desató en los últimos años.

Los afectados son varios empresarios, que, en últimas, son los rostros detrás de los cuales están decenas de familias que pusieron sus ahorros y el capital de toda una vida de trabajo sin saber que lo que vendría sería, a su juicio, un coctel de frustraciones y posibles irregularidades.

 

La historia arranca desde el momento en el que Emporio Empresarial suscribió con Primavera Desarrollo y Construcción, en junio de 2012, el contrato para construir el ambicioso megaproyecto. La edificación se inició en mayo de 2014, y en julio de 2016 se abrió al público. Su comercialización se llevó a cabo mediante un modelo de propiedad horizontal en el que los inmuebles, tanto oficinas como locales, se vendieron en obra gris.

En efecto, se hizo entrega de los inmuebles a los compradores a fin de que ellos adelantaran las adecuaciones necesarias para su apertura al público. Emporio Empresarial terminó cediéndole la opción de compra a Primavera Urbana Desarrollo, de propiedad de Camilo Manrique. 

 

El aporte de Emporio Empresarial en el negocio del centro comercial fue básicamente participar en los trámites para adquirir el lote ubicado en el barrio Santa Librada, de Villavicencio, en cumplimiento de su obligación de aportar “la gestión en la ubicación y negociación de la adquisición del bien inmueble en el que se desarrollará el proyecto”. 

 

 

Por dicha gestión, tenían derecho a 20 % de los metros construidos vendibles. Ese era el compromiso pactado. Posteriormente, el constructor Camilo Manrique, principal promotor del proyecto, termina condenado a pagar más de 50.000 millones de pesos por incumplir con la obligación de entregar ese 20% pactado. 

 

La Superintendencia de Sociedades ordenó embargar los bienes de Primavera Urbana y el lote de mayor extensión, es decir, el terreno donde hoy está el centro comercial.

 

Ahí empezaron los problemas para muchos compradores. Semana  contactó a Camilo Manrique y a Lucía Sanclemente, esta última actual representante de Primavera Desarrollo, quien explicó que la comercialización del proyecto se venía adelantando a buen ritmo. Sin embargo, señala, “Situaciones externas como la caída del precio del petróleo, la devaluación del peso y los cierres continuos de la carretera que comunica a Villavicencio con Bogotá afectaron el ritmo de ventas del proyecto”.

 

 

No se refirió al compromiso incumplido de entregar el 20 %  a Emporio Empresarial, que fue lo que generó la debacle. 

 

A esto se suma que los embargos de los inmuebles del proyecto por diferencias en la liquidación de cuentas con el constructor y otro proveedor de nombre Sainc no permitieron que jurídicamente, según explican Manrique y Sanclemente, pudiera culminar el proceso de escrituración de alrededor de 80 inmuebles prometidos en venta a terceros; quienes en su inmensa mayoría habían cancelado la totalidad del precio pactado recibieron sus locales, pero no les fueron escriturados.

 

En estas circunstancias, Camilo Manrique, propietario inicial del proyecto, quien se vio en insolvencia, pidió entrar en proceso de reorganización ante la SuperSociedades y fue admitido en julio de 2017. El sueño de una inversión rentable terminó convertido en una amarga pesadilla para los compradores, que dejaron su patrimonio en el proyecto comercial; y al no lograr materializar la escrituración de los locales y oficinas que habían adquirido, sus derechos sobre los inmuebles entraron a ser parte del proceso de liquidación, sin que hubieran tenido ningún tipo de prelación. Su plata se embolató.

 

Semana contactó a varios afectados por esta situación, quienes no salen del asombro de ver cómo el presunto incumplimiento de Manrique sobre ese 20 % de los metros cuadrados de la obra que debió entregarle a Emporio Empresarial generaron la quiebra del proyecto, dejando a muchas personas con sus patrimonios en vilo.

 

Lo peor: igualaron los derechos derivados de la multimillonaria condena a su favor con los de personas que sí utilizaron sus patrimonios para invertir en el proyecto. Semana investigó, y el total de la inversión de los “promitentes compradores” que se sienten estafados supera 42.000 millones de pesos. Eso sin contar con los recursos que sacaron de sus bolsillos y fueron destinados para la adecuación de los locales, que inicialmente fueron entregados en obra gris.

 

A todo este dolor de cabeza se suma que aquellas personas que ahora están pagando créditos y tenían arrendados los inmuebles dejarán de recibir los cánones, que prácticamente están cayendo en bolsillo roto, pues, en vez de llegarles a los compradores, la SuperSociedades ordenó enviarlos a nombre de la liquidadora. 

 

La Superintendencia se negó a reconocerles ese título de posesión, llevó a cabo el embargo y, en desarrollo de este tire y afloje, algunos accedieron a entregar los locales, aceptar que sus arrendatarios cancelen el canon de arriendo a órdenes de la liquidadora, pero se negaron rotundamente a renunciar a la posesión de sus inmuebles. Lo que hizo el superintendente fue negar el derecho de posesión que tenían sobre sus locales.

 
 

Actualmente, Lucía Sanclemente, de Primavera Desarrollo, explica que se está trabajando con el liquidador “para presentar un acuerdo con plena sujeción a la normatividad vigente y que permita el cumplimiento del pago de las obligaciones a todos los acreedores de la sociedad”.

 

Por un lado, el liquidador propone un encargo fiduciario para administrar los locales de Primavera Urbana y en un periodo de diez años pagar las deudas en dinero; una vez se terminen de pagar, escriturar a los compradores. Pero, aunque incluso la respuesta de Primavera es que se les va a “cumplir”, el sabor amargo de los compradores tiene una razón: si alguien pagó 1.000 millones de pesos por un local, en diez años no puede ser que valga lo mismo, cuestionan. 

 

La incertidumbre es total y las preguntas no tienen respuestas ciertas. Si se liquida la sociedad, ¿alcanzará para pagarles a todos los acreedores o los pequeños perderán su inversión? ¿La Supersociedades avalará que, por ejemplo, Camilo Manrique termine pagando sus deudas con el dinero de promitentes compradores? El caso deja un precedente.

Hay sombras de duda sobre si los procesos de insolvencia en Colombia se estarían convirtiendo en una carta que se juegan algunos para terminar evadiendo el pago de obligaciones o apoyándose en recursos de terceros. Se trata de dos caras de la misma moneda. Mientras Lucía Sanclemente, de Primavera Desarrollo, afirma que el centro comercial ha sido todo un éxito, su afluencia crece día a día y se ha convertido en un ícono en la ciudad, el panorama para los compradores que se consideran engañados es opuesto; solo esperan que lo que prometía ser una dulce primavera no se convierta en un amargo otoño, como les está sucediendo.

 

Fuente: Revista Semana.