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¿QUIéN ES EL HEREDERO DE MARIO HERNáNDEZ?

El empresario Mario Hernández llegó a los 83 años y lleva los últimos cinco preparando a su hijo menor, Lorenzo, para que tome las riendas de la marca y casa de moda y accesorios de lujo Mario Hernández y la mantenga como la joya que es desde hace casi 30 años. Actualmente, trabajan juntos y le han dado a la compañía una renovación que la mantiene como una de las más destacadas en el país dentro de su sector. Esta es la historia de padre e hijo, del hombre de negocios y de su juicioso aprendiz.

Sentado en una mesa en forma circular dentro de su oficina, ubicada en la planta superior de su fábrica, en la zona industrial Montevideo, en el occidente de Bogotá, y rodeado de fotos de sus padres, de sus tres hermanos y de sus tres hijos; de un sinnúmero de reconocimientos académicos, políticos y empresariales; de imágenes y de una pequeña escultura suya y de su amada Olga Lucía Olarte abrazados; y teniendo cerca el té chino y el té coreano que tanto le gustan, el empresario Mario Hernández recibió a la revista Bocas.

 

Ahora, a sus 83 años (31 de octubre de 1941), admite que su trabajo sigue siendo su “entretención” y que sigue teniendo la última palabra en su empresa, pero esta vez reconoce que en estos tiempos ya no asiste a la oficina desde tan temprano y ya no se está “metiendo en absolutamente todo”, y que su labor se está enfocando en tener comités diarios, en ser “como un asesor” y en “dejarlos volar a ver cómo nos va… aunque sí me toca mirar los balances”.

Lorenzo Hernández Olarte tiene 31 años (Bogotá, 29 de septiembre de 1993) y se graduó de Diseño Gráfico en Londres, después de pasar un año sin encontrarle la pasión al Diseño de Interacciones, una carrera que consiste “en diseñar las interacciones humanas desde el código y la programación”. Entró a trabajar con ‘Don Mario’, como también se refiere a su padre, en el 2019, y es el actual director creativo de la marca. Es la mente detrás de Capitanejo, la tipografía que usan en Mario Hernández y cuyo nombre es un homenaje al lugar donde nació el ‘jefe de jefes’.

 

Además de Lorenzo, nacido de su segundo matrimonio, Mario Hernández es padre de María Fernanda y Mario Hernández Pérez, de su primer matrimonio. Todos hacen parte de la compañía familiar, como accionistas y miembros de la junta directiva, pero es al menor de ellos al que están formando, moldeando, para que el negocio perdure.

 

En la mesa circular que compartimos, Mario habla y Lorenzo escucha como si estuviera tomando notas mentales. Ambos intercambian miradas y sonrisas de afecto, de respeto, de enseñanza, de aprendizaje. Su complicidad familiar y laboral es palpable.

 

Mario afirma que Lorenzo debe aprender a seleccionar muy bien a los empleados, a trabajar en equipo y a vigilar cada aspecto de la empresa minuciosamente, como lo hace él. Lorenzo responde que para eso se está formando administrativamente y está haciendo un programa de desarrollo creativo en la Escuela de Negocios de la Universidad de La Sabana.

 

Mario, con una mirada paternal, pero con la exigencia de jefe, le dice a Lorenzo que los negocios y la vida dependen de constancia, de hacer las cosas bien y de ir mejorando. Y le reconoce su sensibilidad por el negocio, esa que le fueron formando con su crianza en fábricas y tiendas.

Padre e hijo son amantes del golf, aunque juegan poco juntos. Comparten el gusto por asistir a ferias en Italia y China, por cocinar espaguetis al tomate, asados, paella, puchero, sopa de arroz con menudo, quinua, espinaca, coliflor, brócoli, garbanzos, frijoles. Son defensores de no olvidar sus raíces, de ser autóctonos, algo que Lorenzo reconoce mucho de su papá.

 

Les agrada la música, boleros para el papá y popular para el hijo. Siempre usan la marca familiar: con chaqueta y mocasines de cuero para Mario, y con tenis, camiseta, gafas y accesorios para Lorenzo. Y su gran amor es Olga Lucía, esposa y madre, quien falleció hace dos años y medio. 

Mario Hernández no necesita presentación. Tiene más de 50 años llevando la marca a lo largo y ancho del territorio nacional, desde Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Barranquilla y Santa Marta hasta Villavicencio, Cúcuta, Tunja, Bucaramanga y Popayán, gracias a sus más de 60 locales.

 

También está referenciado en el extranjero, en Costa Rica, Panamá y Venezuela, donde tiene presencia actualmente, y en Aruba y Rusia, donde llegó a vender. Lorenzo recién empieza y está estudiando los pasos de su papá y mentor, hasta para desenvolverse en entrevistas.

 

Después de sus estudios y algunos viajes, Lorenzo regresó del todo a Colombia en el 2017. 

 

Revista Caras ¿Cuál fue la razón para tomar esa decisión?

 

Lorenzo Hernández: Aunque venía cada Navidad, cumplí varios años viviendo afuera del país y me pregunté si me veía por fuera de Colombia más tiempo. La respuesta fue no y regresé. 

 

RC: ¿Qué lo motivó a querer trabajar en la empresa familiar?

 

Estaba pensando en qué me gustaría hacer en la vida y un sueño siempre fue tener una marca de accesorios, de ropa y dije: “Pues es que ya está, ya existe”. Me tocaba ganarme el puesto, entrar y aportar las cosas que había aprendido.

RC: ¿Fue fácil la entrada de Lorenzo a Mario Hernández?

 

Mario Hernández: Había que darle una oportunidad y ver qué tal, pero la empresa no es para hacer favores. Muchas compañías familiares ponen a gente que no sabe, y eso aquí no pasa. Yo vi la madera de Lorenzo, el entusiasmo que le pone y que le gusta mucho el producto, que es muy importante. También es que uno con la edad tiene que oír a los jóvenes, porque traen ideas nuevas, tienen una educación diferente a la mía. 

 

RC: ¿Para qué están Lorenzo y sus otros dos hijos en Mario Hernández?

 

MH: Lorenzo es la persona que estamos preparando para que siga con esta empresa; estoy haciendo el pase que se le hace al torero. Mario y María Fernanda son brillantes y excelentes administradores, y Lorenzo tiene la madera y la sensibilidad del negocio y aporta juventud, que es muy importante para nuestras innovaciones. Los tres son socios, hacen parte de la junta directiva y se complementan. Va a ser excelente cuando yo no esté.

RC: ¿Cuál fue el punto de inflexión que usted tuvo en Mario Hernández?

 

Estaba en mi primer año en la empresa y estábamos en Italia con mis papás en una feria de cueros. Yo estaba tratando de meterme un poco más en la parte financiera, en la parte de estrategia, y me sentía frustrado. Mi mamá me vio, se acercó a mí y me dijo: “Lo mejor que tú puedes hacer es nunca ser competencia de tu papá, sino ser complemento; entra por lo que a ti te gusta y vas a ver que se van a encontrar en el camino”. Ahí se me prendió el bombillo: me metí cien por ciento por la parte creativa, por todo el tema de producto, todo el tema conceptual de marca. Gracias a eso, a hacer lo que a mí me gusta, aprendí de toda la parte del negocio, pero nunca tratando de hacer lo que hace mi papá; él es fenómeno en su trabajo.

 

En ese momento llega todo el ‘rebranding’ de marca de su mano y ahí sacamos el unicornio que era como el logo de la marca. 

 

MH: Por ejemplo, en este caso le dije: “Me cambió el unicornio”, pero le hicimos. Si funciona, perfecto. Si no funciona, volvemos al unicornio. Quien no arriesga un huevo no saca un pollo.

 

También le dieron vida a Capitanejo, la tipografía para Mario Hernández y en honor al municipio donde nació Don Mario.

 

LH: Cuando entré a Mario Hernández, en el 2019, ese año se ganó un premio una tipografía que se llama Montserrat, la más usada en el mundo, nosotros incluidos. Caí en cuenta de que un valor que nosotros resaltamos de la marca es la exclusividad, y no era tan coherente estar utilizando la tipografía más usada en el mundo y ser una marca exclusiva. Me puse a investigar, a buscar estudios de tipografía y encontré Bastarda Type.

Empezamos a trabajar directamente con ellos y queríamos dibujar una tipografía humanista, que reflejara los trazos de un marroquinero, y así nació Capitanejo, que es una tipografía muy elegante, completamente humana en sus trazos y, lo más importante, es exclusiva de la marca.

 

RC: ¿Cómo viven un día en la oficina?

 

LH: Lo más importante es el respeto y creo que muchas veces los hijos, en general, empezamos a pensar que los papás no saben las cosas. Ese es el peor error. Las cosas en Mario Hernández son muy claras: el que toma la decisión final es mi papá. En el trabajo yo nunca le digo papá, él siempre es Don Mario. Por fuera las cosas no son muy diferentes: siempre nos tratamos bien, con mucho respeto, con mucha admiración; eso sí, le digo papá (risas). Él siempre ha sido el mentor, ese ejemplo a seguir, la persona que yo admiro.

RC: ¿Con qué se puede comparar Mario Hernández a nivel mundial?

 

MH:  Las marcas europeas llevan ya más de 100 años y nosotros, Mario Hernández como marca, llevamos menos de 30 años. Estamos haciendo la tarea, nos buscan los turistas, alcanzamos la calidad, fábricas como la nuestra no hay en América. Ahí vamos, estamos en primaria, vamos con constancia.

 

RC: ¿Qué piensan del presente del país y su actualidad económica?

 

MH: Desafortunadamente, a la izquierda no le va bien gobernando, están haciendo muchas locuras, y la situación del país está muy difícil, vamos para abajo, estamos en retroceso. Ojalá que nos hayamos vacunado y votemos bien en el 2026. Que los políticos piensen en la gente, porque los países no se acaban, las empresas tampoco, pero los políticos vienen y van.

 

RC:¿Y la reforma pensional aprobada y los proyectos de la laboral, la salud qué?

 

MH: Todo eso sube costos y esos costos los paga el producto, o sea, los va a pagar la gente. Dizque a vivir sabroso y mire: todo está más caro, más impuestos. Lo más grave es que se están gastando la plata quién sabe en qué y están desmantelando el país.

 

Fuente: Revista Bocas