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ASí ERAN LOS TERRENOS DONDE SE LEVANTARON LOS CENTROS COMERCIALES MáS EMBLEMáTICOS DE COLOMBIA (PARTE 2)

Continuando con la reseña histórica que Mall & Retail esta hace haciendo de lo que fueron los predios, donde funcionan actualmente los centros comerciales, en esta edición analizaremos cuatro importantes mall del país.

Titán Plaza en Bogotá.

 

El terreno se encuentra en la esquina de la Avenida Boyacá con la Carrera 80, en la localidad de Engativá, una zona que, hasta finales del siglo XX, se caracterizaba por su uso industrial y obrero 

 

Desde 1938, sobre ese mismo lote, funcionó Manufacturas de Cementos Titán S.A., una fábrica dedicada a la producción de cemento y prefabricados, que operó allí hasta finales del siglo XX 

 

En 1993, dos reconocidas constructoras, Cusezar S.A. y Ospinas & Cía., identificaron en ese predio un gran potencial para un centro comercial y de negocios. Inicialmente compitieron por adquirir el terreno, pero optaron por asociarse para evitar sobrevalorar el precio de compra y unir esfuerzos en el desarrollo

 

En 1994 adquirieron el lote —Parte del cual era de la fábrica Cementos Titán—, aunque la crisis económica de 1995 retrasó su implementación casi dos décadas 

Fue hasta enero de 2010 cuando se dieron inicio formal a las obras, diseñadas por Tamayo + Montilla Arquitectos, e incluyeron techos de membrana ETFE distribuidos sobre amplios espacios comerciales y de oficinas.

 

El Centro Comercial Titán Plaza abrió sus puertas el 26 de julio de 2012, con una inversión de aproximadamente 780.000 millones de pesos, consolidándose como uno de los megaproyectos por metro cuadrado más destacados del país.

 

Este desarrollo integral opera sobre 237.500 m² de área construida—54.000 m2 de zona comercial, 13.000 m2 de áreas de negocio y un total de 170.000 m2 combinados—, con conexión directa a la estación Boyacá del sistema TransMilenio, lo que potenció su integración con el espacio público y la movilidad urbana 

Centro Comercial Plaza de las Américas.

 

El predio donde hoy funciona el Centro Comercial Plaza de las Américas, entre la Avenida de las Américas y la Carrera 71 D, ha cumplido tres grandes ciclos de uso a lo largo de un siglo:

 

Durante toda la Colonia y buena parte del XIX fue potrero de labor dentro de la antigua hacienda San Isidro, dedicada a siembras de cebada y papa y al pastoreo lechero en la vasta llanura occidental de Bogotá. Ese carácter rural explica que, cuando la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos buscó un terreno plano para un aeródromo, señalara precisamente estos campos como "la hacienda de Techo"

 

En 1930, junto al borde norte del predio, comenzó a operar el Aeropuerto de Techo, primer terminal aéreo de la capital; la pista y los hangares convivieron dos décadas con los cultivos que aún ocupaban el resto de la finca. Cuando el aeropuerto cerró en 1959 y El Dorado lo sustituyó, la zona quedó disponible para nuevos usos.

Sobre parte de esas antiguas pistas y potreros se levantó en 1954 el Hipódromo de Techo (popularmente “Hipotecho”), un óvalo de grama de 1 650 m y tribunas monumentales que se convirtieron en el gran escenario hípico del país. Las carreras y las apuestas congregaron multitudes hasta que las deudas fiscales forzaron su clausura el 3 de julio de 1982. A partir de entonces las 40 hectáreas del hipódromo quedaron semivacías y deterioradas.

 

En 1987 la firma Ospinas & Cía. adquirió 12 hectáreas del antiguo óvalo —el costado oriental, contiguo a la Avenida de las Américas— para construir una “ciudadela comercial” que sirviera de polo urbano al suroccidente bogotano. 

 

Las obras arrancaron en 1989 y, el 20 de noviembre de 1991, el presidente César Gaviria inauguró el Centro Comercial Plaza de las Américas:    42.579 m² de área arrendable, 341 locales y 1.484 parqueaderos. El proyecto conservó la memoria del sitio —aún se llama Hipódromo el barrio vecino— mientras el resto del predio se destinó al Parque Mundo Aventura y al Estadio Metropolitano de Techo, que ocupa la antigua recta principal de la pista.

En síntesis, el terreno pasó de hacienda agrícola a aeropuerto pionero, de allí al gran hipódromo capitalino y finalmente al centro comercial que hoy concentra el mayor flujo de visitantes del sur-occidente de Bogotá, testimoniando la sucesiva transformación de la sabana en ciudad.

 

Centro Comercial El Tesoro.

 

El predio donde hoy se levanta el Parque Comercial El Tesoro, en la parte alta de El Poblado, Medellín, estuvo marcado durante buena parte del siglo XX por una vocación rural y agropastoril. Esta zona, ubicada en la ladera suroriental del Valle de Aburrá, formaba parte del paisaje tradicional de fincas, potreros y caminos de arriería que conectaban la ciudad con el Oriente antioqueño. A lo largo de décadas, El Poblado fue el escenario de un desarrollo lento pero constante, en el que se mezclaban propiedades productivas con espacios de descanso de las élites locales.

Uno de esos predios era la finca El Tesoro, propiedad de Rudesindo Echavarría, nombre que más adelante daría identidad al barrio y al centro comercial. La finca fue concebida como un terreno de uso familiar, destinado al cultivo, al esparcimiento y al descanso. Según fuentes orales y registros locales, Rudesindo vendió la finca a un ciudadano alemán poco después de la Segunda Guerra Mundial, quien posteriormente la cedió a una comunidad religiosa con la condición de que se utilizara con fines educativos. Esta condición le impuso al lote una restricción de uso durante varios años, lo que limitó su desarrollo urbano inmediato a pesar de la expansión progresiva del sector.

 

Fue apenas hacia la segunda mitad de la década de los noventa cuando un grupo de empresarios del sector comercial e inmobiliario vio en ese lugar la oportunidad de crear un gran parque comercial en una zona de creciente valorización residencial. El proyecto fue concebido como una propuesta urbana integral, que integrara comercio, cultura, entretenimiento y servicios de salud. Así nació el Parque Comercial El Tesoro, cuya primera fase se inauguró en noviembre de 1999 con 174 locales y un concepto que lo diferenciaba de los centros comerciales tradicionales.

 

Desde entonces, el complejo ha experimentado un crecimiento sostenido y planificado. En 2006 se lanzó la segunda etapa con más de 180 nuevos locales y la inclusión de un centro de eventos. En 2011 se completó la tercera etapa con 80 puntos de venta adicionales, nuevos parqueaderos y la apertura de la primera torre médica. Entre 2013 y 2020 se incorporaron nuevas infraestructuras, como el hotel Novotel, la segunda torre médica, varios parques temáticos, zonas de recreación familiar y el teatro al aire libre, conocido como el Teatro El Tesoro.

De este modo, el predio que durante décadas fue finca de labor, zona de descanso y espacio sujeto a usos restringidos, se transformó en uno de los centros urbanos más dinámicos del suroriente de Medellín. El Parque Comercial El Tesoro representa hoy un modelo de renovación urbana que conserva el legado de su origen rural, pero lo proyecta como una plataforma de servicios, cultura y comercio integrada al desarrollo contemporáneo de la ciudad.

 

Centro Comercial Buenavista.

 

El Centro Comercial Buenavista, ubicado en el norte de Barranquilla, La historia del predio donde hoy se levanta Buenavista comienza mucho antes de convertirse en un terreno residencial o comercial. En las décadas de 1960 y 1970, Cementos del Caribe —uno de los principales productores de cemento en Colombia, hoy parte de Argos— compró extensas extensiones de tierra al norte de Barranquilla, destinadas inicialmente a la explotación de minas de piedra caliza, indispensable para su proceso productivo 

Esa reserva amenazaba con convertirse en un gran socavón, que no albergaba ningún centro de población ni edificaciones de uso comercial o residencial, sino que era un extenso y semiabandonado terreno que formaba parte de los últimos vestigios de la periferia rural de la ciudad.

 

Sin embargo, el crecimiento urbano pronto rodeó el terreno. Finalmente, un lote de 80 hectáreas pasó de tener una vocación minera a integrarse al proceso de expansión urbana de Barranquilla. Para dar vida a esta transformación, dos familias reconocidas de la ciudad —los Atique y los Segebre—, a través de la firma AS Construcciones, adquirieron el predio, que hasta entonces era propiedad de Cementos del Caribe, y proyectaron allí un ambicioso desarrollo inmobiliario que integraría áreas comerciales, oficinas, hotelería y vivienda.

 

El resultado fue el diseño de un complejo moderno, con aire acondicionado, jardines interiores y amplias zonas de circulación, inspirado en los malls internacionales más innovadores de la época. El proyecto fue un éxito inmediato: al momento de su apertura ya se encontraba completamente ocupado, una respuesta sin precedentes que evidenció el apetito de los barranquilleros por un espacio integral de compras, entretenimiento y servicios.

 

Desde su creación, Buenavista se consolidó como un símbolo del resurgimiento urbano de Barranquilla, redefiniendo el paisaje del norte de la ciudad y estimulando el desarrollo inmobiliario en sus alrededores.

 

En síntesis, el terreno que hoy ocupa Buenavista pasó de ser una reserva minera en la periferia urbana a convertirse en un eje de modernidad, comercio y vida urbana, gracias a la visión de desarrollo impulsada por actores locales. Hoy, en esa misma zona, se proyecta el desarrollo de Ciudad Marroquín, una iniciativa de renovación urbana que ha convertido antiguos suelos industriales en espacios estratégicos para proyectos mixtos de vivienda e inversión, complementarios al dinamismo generado por Buenavista.

 

Fuente: Mall & Retail.